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sábado, 11 de mayo de 2013

VIRGEN MARIA




SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

“Salí del padre vine al mundo, dijo el mundo y vuelvo al padre dice Jesús” (Jn 16,28) estas palabras de Jesús se certifican en el acontecimiento del Hijo: “La palabra se hizo carne y habito entre nosotros” (Jn1,14). Ahora ¿a qué vino Jesús al mundo? San Pablo dice: Dios salvador nuestro quiere que todos los hombres se salven llegando al conocimiento de la verdad” (1Tm 2,3). A Dios le importa nuestra salvación y para esto nos envió a su Hijo y ¿cómo lo hizo? Dios envió al sexto mes al Ángel Gabriel a una cuidad de galilea llamada Nazaret a una mujer desposada con un hombre llamado Jasé de la estirpe de David, la virgen se llamaba María, el ángel entrando en su presencia dijo: Dios te salve María llena eres de gracia el Señor está contigo” (Lc, 1,26-38). El ángel al final dice “Porque para dios nada hay imposible (Lc 1,37). Y María dijo. Aquí está la esclava del Señor hágase en mi según tu palabra” (Lc. 1, 38). Después de este misterio de anunciación María se fue a visitar a su prima Isabel. Cuando María saludo a su Primar Isabel la criatura saltó de gozo en su vientre por eso Isabel dice. ¿Qué hice para que la Madre de mi Señor venga a verme? Pues en cuanto tu saludo llego a mis oídos el niño saltó de gozo en mis entrañas. Dichosa tu que has creído lo que Dios te dijo por el ángel, porque lo que se te ha dicho se cumplirá” (Lc. 1,441-45).


María ante esta aclaración y reafirmación por parte de su Prima Isabel despejó toda duda, ahora tiene certeza plena que ella ha sido favorecida por Dios por eso hoy, hace más dos mil años recordamos a María madre nuestra aquella alegría. María exclamó lleno de gozo: "Desde ahora me felicitarán todas las generaciones"(Lc 1,46-56). Y así ha sido. Desde entonces, hasta el fin de los tiempos, todas las generaciones le han llamado y la llamarán Bienaventurada, Elegida de Dios. Elegida para este título fenomenal de María: MADRE DE DIOS por ser la llena de gracia. A esto van vinculados los demás títulos de María. Fijense. Cristo es tan Hijo de María, como Hijo del Padre; porque cada uno le da su naturaleza. Cristo es Hombre-Dios. María le da la naturaleza de hombre, y Dios Padre le da la naturaleza divina. Por lo tanto, María puede llamar a Jesús "Hijo mío" con el mismo derecho que el Padre Eterno. En el bautismo de Jesús se oyó la voz del Padre que dijo: "Éste es mi Hijo" (Lc 3,22). Pues María dice lo mismo y con el mismo derecho Hijo porque nos has tratado así (Lc 2,48). Esto parece un atrevimiento, una irreverencia; pero sin embargo no es así. Es una realidad honrosa para la Virgen.

También María es Madre de la Iglesia y Madre nuestra desde cuando Jesús viendo desde la Cruz a su madre y al discípulo que más quería y sabiendo que le llegó la hora de su glorificación dijo a su madre: Mujer ahí tienes a tu hijo, al discípulo, ahí tienes a tu madre” (Jn 19,26). En el discípulo querido estamos toda la IGLESIA UNIRSAL a los pies de Jesús y El mismo nos entregó a su Madre como madre nuestra. Más tarde este título de Madre de la Iglesia se ratifica por el Papa Pablo VI el 21 de noviembre de 1964, al finalizar la tercera sesión del Concilio Vaticano II. La llama “María, Madre de la Iglesia”. Al hacer el Papa Pablo VI esta proclamación, se oyó en la Asamblea Conciliar la ovación más larga de todo el Concilio.

 
El llamar a María “Madre” no es metáfora. Por ejemplo, cuando llamamos a María “Rosa Mística” o “Torre de Marfil”, eso son metáforas. Pero cuando, llamamos a María Madre, indicamos una realidad. María es nuestra Madre por muchas razones. Si María es Madre de Cristo y Cristo es cabeza del Cuerpo Místico, y nosotros somos el Cuerpo Místico de Cristo, la que es madre de la cabeza es madre del cuerpo. María es Madre de la cabeza del Cuerpo Místico. María es Madre de todo el Cuerpo Místico. Por tanto, María es nuestra Madre, porque es Madre de Cristo. María es Madre física de Cristo y Madre espiritual nuestra.


Finalmente, María es nuestra Madre porque Cristo nos la dejó como Madre, en la cruz. Cristo le dice a San Juan: “Aquí tienes a tu Madre” (Lc 19,26). En San Juan estamos simbolizados –reitero- todos nosotros. Según el testimonio de la tradición cristiana, confirmado por innumerables documentos del Magisterio de la Iglesia, San Juan representaba en aquellos momentos a toda la Humanidad redimida por Cristo. Pues, pudo Jesús haber dejado su Madre a sus parientes. Cuando Cristo quiere dejar María a San Juan, es para darle un significado especial. Haciéndola Madre de San Juan, es la Madre Mística, por decirlo así. Cristo nos deja a María como Madre, para que acudamos a Ella. Entonces todo esto quiere decir que nosotros hemos de tener una enorme devoción a María, porque María es nuestra madre.

Cuanto más amemos a María, más contento Jesús, que, como todo hijo bien nacido, disfruta viendo a su Madre agasajada y honrada. Es curioso que, en la historia, todas las piedades que han dejado a María bajo el pretexto de ir más directamente a Cristo, han terminado dejando a Cristo. Esto lo dice la historia. Quien tiene a María, tiene a Cristo. Quien deja a María, termina por dejar a Cristo. Por eso tenemos que pedirle a la Virgen, que engendró en su seno a Cristo, que lo engendre también en nuestro corazón. Que Ella nos lleve a Jesús. María no es estorbo para ir a Cristo. Ayuda a ir a Cristo. A Cristo por María. A Jesús por María. Dios quiere que acudamos a María. La escogió a Ella como Intercesora, como Medianera. Pues, así inicia su oficio de madre de la comunidad en Cana “No tiene vino, se les ha acabado el vino… Hagan lo que él les diga” (Jn 2,3). María siempre es la que nos acerca a su hijo, se propuso a interceder por nosotros, ante nuestras necesidades, si algo nos faltara y sobre todo si nos faltara fe. María es fiel y perseverante: “Los apóstoles perseveraban en la Oración, en la enseñanza del evangelio, en la convivencia, en la fracción del pan en compañía de María” (Hch 2,24).